Hace muy poquito falleció un querido sacerdote, el Padre Ernesto Moyano, lo conocí predicandonos retiros ignacianos en mi adolescencia, fueron maravillosos, tenía un don para invitarnos a cosas grandes. Recuerdo especialmente el primero de todos ellos donde nos invitaba a "jugarnos por Cristo" dejando todo lo que nos aleje de Él. Luego a medida que avanzaban las meditaciones llegábamos a la de la indiferencia, que consistía en amar a Dios mas allá de todo (premios, castigos, consuelos, cruces, alegrías, honores, humillaciones) y lo ilustraba con este hermoso poema que les dejo como regalo, no lo encontré en la web y si en un viejo cuadernito, lo que está en negrita es lo que nos leía repetidas veces, yo en un momento me acerqué y le pedí el libro para copiarlo todo, lastima no recuerdo la autora, si recuerdo que era una joven...
Qué importa que mi barca
navegue venturosa y en deliciosa calma,
qué importa que las ondas,
luchando enfurecidas, la quieran destruir.
Señor como Tu quieras,
navegare tranquila, llevándote en mi alma
y anhelaré tan solo tu voluntad cumplir!!
Qué importa que en la cima del Gólgota
mi tienda tu pongas Jesús mío,
que importa que al contrario,
la fijes en la cima brillante del Tabor.
Señor dónde Tu quieras,
hacer lo que Tu quieras es todo lo que ansío
hacerlo a cada instante y sólo por amor!
Qué importa que a mi alma, de tiempo no le quede mas que una sola hora,
que importa que mil años la quieras desterrada, Jesús tener aquí,
Haz de mi lo que quieras,
Tu Voluntad divina, mi corazón adora,
de hoy y para siempre, dispón Señor de mí!
Qué importa que en mi lecho, clavada entre tormentos
mi vida se consuma,
que importa que en mis días
tan solo experimente salud y bienestar;
Jesús haz lo que quieras,
que en mi te glorifiques es mi delicia suma
no sufre ya, Dios mio, el que te sabe amar!
Qué importa si apoyada en Ti,
capaz me siento de todas las empresas,
qué importa si humillada,
yo sienta mi miseria, mi nada, lo que soy,
Señor como Tu quieras,
en fuerzas o impotencias, alaba tus grandeza
en Ti te de la gloria y me anonade yo!
Ni flores perfumadas,
ni espinas punzadoras te pido, Dulce Amante,
ni goces, ni dolores,
ni noche tenebrosa, ni bella claridad,
ni calma, ni borrasca,
ni vivir muchos años, ni siquiera un instante,
tan solo que en mi cumplas tu Santa Voluntad.
¿Inspirador no?
Hasta la próxima.
Laura.