martes, 31 de julio de 2012

La sumisión de la mujer ¿Su misión?

Hace poco un amigo muy particular que tengo dijo públicamente “a una mujer de campo es imposible decirle, acá mando yo”, lo mismo que a una mujer cristiana “dicen son sometidas, qué van a ser son muy seguras de si mismas” a mi en ese momento me regocijó el comentario ya que me considero del campo y cristiana. Pero no se si esa felicidad es tan legítima. Creo que como en muchos otros temas se metió el feminismo hasta los huesos en la sociedad y quienes no compartimos esas ideas quizá lo dejamos penetrar levemente por algún poro y creemos que mandar, rebelarse y no callarse es una gran conquista, cuando quizá hemos perdido (aunque sea un poquito) la inigualable belleza de la esencia femenina, que no es inferior a la masculina si no diferente, diversa, en aras de otros logros diferentes a los del hombre. Mujeres hemos perdido algo que nos pertenecía y nos hacía únicas tenemos que recuperar lo que somos. Fuimos hechas para amar, para entregarnos, somos intuición, empatía, capacidad de amar y sufrir, de esperar y escuchar, de comprender, de perdonar, de engendrar y gestar, de “maternar”.
Respecto a esto pongo a consideración un tema bien polémico: La sumisión de la mujer. Este es el titulo de un best seller italiano su autora es Costanza Miriano a continuación dejo una entrevista que dio hace un tiempo. No se enojen lean hasta el final jeje…

La sumisión de la mujer
La controvertida frase de san Pablo a los Efesios, “Esposas, estad sujetas a vuestros maridos”, fue la inspiración de un best-seller italiano en el 2011: Sposati e sii sottomessa: Pratica estrema per donne senza paura (Vallecchi): Casada y sumisa: práctica extrema para mujeres sin miedo. Costanza Miriano, su autora, está convencida de que muchos conflictos matrimoniales podrían resolverse si la mujer entiende su verdadero talento como esposa y madre: la sumisión del servicio. Los ejemplares de su libro pasan de mano en mano entre muchas italianas.

- ¿Qué inspiró su libro?
- Fue una casualidad. Pasaba muchas horas en el teléfono, intentando convencer a una amiga de que se casara. Cuando le conté la historia de mi amiga a un colega, le expliqué que las expectativas de mi amiga sobre el matrimonio eran irreales; en muchos aspectos, era el novio quien tenía la razón. Veía que ellos podían ser felices juntos, pero no se decidían a comenzar esa felicidad por culpa de las ideas erradas que hoy tenemos sobre el amor y el matrimonio. Le dije también que la mujer tiene que ser capaz de mediar, de unir, en vez de dividir. A él le llamaron la atención mis ideas y me puso en contacto con la editorial.

- ¿Por qué cuesta hoy ese rol de unir?
- La mujer ha luchado tanto por la emancipación que, de paso, ha perdido un poco su identidad profunda, ese ‘genio femenino’, como lo llamaba Wojtyla en la encíclica Mulieris dignitatem.

- Hablar de ser ‘sumisas’ es muy osado. ¿Por qué eligió esta palabra?
- Yo no la elegí. Lo tomé de la carta de san Pablo a los Efesios. Parece una palabra ofensiva para nosotras, las mujeres de hoy, que no queremos renunciar a la lógica del poder. Sin embargo, la sumisión indica otra lógica: la del servicio recíproco, que es el servicio al que está llamada la mujer.

- Entonces, ¿el hombre domina?
El hombre está llamado a servir de una manera diferente: debe estar “listo a morir por su esposa, como Cristo murió por la Iglesia”. Su papel no es más fácil que el nuestro.

- ¿Qué significa ser sumisas?
- San Pablo nos recuerda que a las mujeres nos gusta controlarlo todo, decir la última palabra, manipular por detrás. Ser sumisas significa, literalmente, estar por debajo para ser el apoyo de todos los miembros de la familia, para acompañar a los más débiles. Es una cualidad propiamente femenina, a pesar de lo que diga la revolución feminista.

- ¿Puede ser feliz una mujer sumisa?
- Es nuestro verdadero talento. Podemos trabajar y tener mucho más éxito, pero lo que mejor sabemos hacer, y lo que responde a los deseos más profundos de nuestro corazón, es esa capacidad de servir y unir a las personas. El amor de la mujer es más altruista y lleva al hombre a “salir” de sí, mientras que la mujer recibe (la relación física es una representación de lo espiritual). Los hombres y las mujeres necesitan recuperar esos talentos específicos pues se complementan entre sí.

- ¿Cómo es una buena esposa?
- Una buena esposa sabe acoger con dulzura y paciencia. Mira a su marido desde un punto de vista positivo y acepta como bueno lo que viene de él. Pospone la confrontación: controla sus emociones y espera. Y nunca, jamás, contradice al padre delante de los hijos.

- ¿Se puede aprender a ser así?
- Tenemos un modelo: la Señora de la Medalla Milagrosa, con las manos y los brazos abiertos para recibir lo que le llega. Y debajo de sus pies, la serpiente –que es nuestra lengua– siempre dispuesta a criticar, a ver lo malo, a hacer hincapié en lo que falta.

- ¿Qué le aconsejaría a una joven para tener un matrimonio más pleno?
- Muchas jóvenes están decepcionadas porque hoy tenemos muchas exigencias del matrimonio. Anteriormente, el matrimonio era un medio para encontrar una casa; ahora queremos ser felices. Esto es razonable, pero debemos aceptar nuestras limitaciones y las del otro. El amor no es un sentimiento, es una decisión. Nos adherimos libremente, con toda nuestra voluntad, a elegir a una persona de por vida. Habrá momentos aburridos, pero tenemos que entrenar los ojos para descubrir la belleza inimaginable de la vida cotidiana. Quien salta de una historia a otra y no tiene el coraje de subir las cuestas, no puede ni soñar lo que es posible.

- ¿Cuál es el principal reto que presenta el matrimonio en la actualidad?
- Dios ha desaparecido del horizonte y sin Dios, es imposible pensar en algo que sea para siempre. Anteriormente primaban las tradiciones y la gente se mantenía firme. Hoy, la idea de ser infiel, de seguir nuestros instintos, es el aire que respiramos. Hay como una conspiración en contra de la familia y solo la Iglesia da la batalla cultural por nosotros.

- ¿Qué cambio está provocando su libro entre las mujeres italianas?
- He recibido cartas de mujeres que dicen que les ayudó a cambiar su vida matrimonial. Muchas me agradecen porque han aprendido a querer mejor a sus maridos; algunas han decidido casarse; otras, han superado una crisis; y muchas católicas dicen que ciertas cosas no se escuchan ya en círculos religiosos, mientras que mi visión, la de San Pablo, es la que responde a los deseos profundos de sus corazones.

¿Está preparando otro libro?
Sí, estoy analizando la siguiente frase de san Pablo a los Efesios: “Maridos, estad dispuesto a morir por vuestras esposas...”. Si la mujer tiende a controlarlo todo, el hombre tiende al egoísmo. Por eso su llamada es la del heroísmo. El próximo libro es para ellos.

En la respuesta que da sobre la buena esposa, tuve que sonreír, porque generalmente soy la antítesis de lo que describe pero no puedo negar que me resulta sumamente inspirador y original lo que nos dice. También es garantía de felicidad, para los tiempos que corren es revolucionario, no quedamos en un lugar que nos perjudica sino en consonancia con los deseos profundos del corazón femenino.  En la próxima voy a compartir un trabajo científico que habla de las diferencias entre el hombre y la mujer. No ser iguales es maravilloso. Y a mi amigo le agradezco el crédito que nos dió

Hasta la próxima.

Me acordé de estas tarjetitas que en su momento me resultaron muy machistas (están seleccionadas)







sábado, 28 de julio de 2012

Vale mucho, vale poco

La edición de octubre de 2010 de la revista Sophia puso en debate lo que está sobrevalorado y lo que está devaluado en este mundo. Algunas de las respuestas fueron éstas:

Ver crecer a los hijos


Trabajé desde los 18 años hasta que mi primer hijo, Lucas, cumplió un año y tuve que dejar de trabajar. En ese momento, mi sueldo representaba más de la mitad del ingreso en mi casa, pero decidimos achicarnos y priorizar mi salud y el bienestar de mi hijo. Hubo un tiempo difícil de adaptación, pero
jamás me arrepentí de esa decisión. Para mí, nada se compara con el placer de estar en casa para cuidar a mis hijos. Ayudarlos, estar presente para escucharlos, para verlos crecer… Son cosas que están muy devaluadas y no hay dinero que las compre. Pienso que cuando me necesiten menos, tal vez vuelva a trabajar. O no, quién sabe. Siempre creí que haber esperado tanto tiempo para tener a los chicos, y verlos un par de horas antes de ir a dormir, era inaceptable. Es un tiempo precioso y creo que es poca la gente que se da cuenta. Irene Longobardi

El compromiso

Está devaluado, hasta demonizado diría, el compromiso, el jugarse por algo o por alguien, el ponerle cuerpo a la vida. Tengo amigos que idolatran su “libertad” y, en pos de esa libertad, dejan pasar oportunidades de conectarse con otras personas. Mientras tanto, siguen entreteniéndose, llenando los días de hobbies pasajeros, mirando todo desde la superficialidad, donde el discurso pasa por un lado y la actitud, por el otro. Carolina Saenz


Las apariencias

Creo que una de las cosas que está sobrevalorada en el mundo de hoy es la apariencia.
Aparentamos ser felices, aunque tengamos que recurrir a pastillas para sentirnos bien; aparentamos tener dinero y glamour, aunque sea con una cartera de primera marca trucha o alquilada; aparentamos tener una vida feliz, aunque nos obliguemos a fingir que “todo está bien” ante muchas personas, y aparentamos que nos importa una buena educación para nuestros hijos pagando un colegio de una cuota altísima y, a veces, haciendo grandes sacrificios. Natalia Gil


Lo femenino


Quiero hablar de una sobrevaloración de lo masculino que hacemos las propias mujeres. Luchamos y peleamos tanto para que se nos reconozca como pares que terminamos queriendo ser como ellos. Y es entonces cuando
sobrevaloramos lo masculino y devaluamos lo femenino. Lo bueno es ser diferente y sentir diferente. Por eso, nosotras podemos ocupar un mismo puesto laboral que ellos, pero llegamos ahí por distintos motivos, y eso es lo mejor que nos puede pasar. Verónica Pittaro



ESTA ES MI LISTA SE QUE PUEDE SER MAS LARGA AÚN…(¿vos qué pensás?)


Están sobrevalorados el placer y la apariencia y devaluados el sacrificio y la paciencia.

Está sobrevalarada la idea de libertad y devaluada la maternidad.

Está sobrevalorado trabajar fuera de casa y está devaluado trabajar en casa.

Esta sobrevalorada la estética, la belleza exterior y devaluada la entrega y belleza interior.

Está sobrevalorada la imagen y está devaluada la palabra.

Están sobrevaloradas las comunicaciones y están devaluados el diálogo profundo la visita y la escucha…

Está sobrevalorada la información y devaluada la formación.

Está sobrevalorada la diversión y devaluada la alegría o el buen humor.

Está sobrevalorada la mujer perfecta de publicidad y devaluada la mujer real.

Está sobrevalorado el feminismo y devaluada la feminidad.

Está sobrevalorada la educación sexual y devaluada la educación para el amor.

Está devaluada la familia numerosa.

Está devaluado escuchar el cuerpo, el bellísimo equilibrio hormonal con que estamos dotadas.

Está sobrevalorado el ruido y el descontrol y devaluadas la paz y el silencio.

Está sobrevalorado el amor a los animales y devaluado el amor a la familia.

Está sobrevalorado el ecologismo y devaluado el personalismo.

Están sobrevalorados los derechos y devaluados los deberes.  

Están sobrevaloradas “las buenas ondas” y devaluada la oración. 

Están sobrevaloradas las energías y devaluado el Dios personal Padre y Amigo.

Hasta la próxima.

lunes, 9 de julio de 2012

La magia de los cuentos (para un juglar que ya esta en el cielo)

Dicen que una mujer se acercó a Einstein y le dijo -¿qué puedo hacer para que mi hijo sea inteligente y un gran hombre de ciencias? Einstein le respondió -Leale cuentos. Bueno -dijo la mujer- ¿Y qué más puedo hacer? leerle más cuentos. ¿YYY alguna otra cosa? leerle otros cuentos...

Supongo que en la tercera opción la mujer quedó convencida y la pregunta es los cuentos nos hacen mas inteligentes, los expertos dicen un contundente SI. Como maestra estoy convencida de ese si, pero también quiero pensar en mi biografía fantástica que es tan rica gracias a la NO TELEVISIÓN en casa hasta que fui bien grande. Por lo tanto no vi Festilindo, ni las novelas o comedias de la época, pero si estuve nutrida de cuentos, historias y palabras...libros y voces en mi casa no faltaron, pero quiero recordar en particular los cuentos de mi abuelo materno...
No imaginen una gran chimenea, con fuego y alfombra y mullidos sillones y yo una dulce niña sentada a sus pies con un vestido almidonado...NO!! nada fue así fue todo en medio de la casualidad y espontaneidad de unas noches de domingo, en la pieza de mi tía, tomando mate y los niños ya adentro porque se había hecho de noche...el abuelo charlaba de cualquier cosa, pero de repente las palabras lo llevaban a tiempos pasados y comenzaban a surgir historias reales (o no) de su boca sonaban muy verosímiles...yo ya no jugaba sin atender quedaba anonadada y expectante escuchando, imaginando, riendo a carcajadas por momento...tenía una gran capacidad de "arreglo" para que la historia suene tragicomica...en otros momentos los cuentos eran terroríficos y yo sentía miedo real (y fascinación)...como olvidar al hombre que confundió la luna con la luz mala y a él mismo llevando una noticia triste en medio de la noche, con su caballo al galope tiene que cruzar por un lugar con una cruz en memoria de un señor fallecido en el lugar...y ¡¡yo no creía en esas cosas y el "finau" papá menos!! pero se veía clarita una luz titilando por el lugar...pobre abuelo ¡era un niño! suerte que confiaba en su caballo y en su padre y se le animó nomas y taloneando al caballo, con el corazón saliendo por la boca...a esta altura yo no respiraba (y en este momento es igual) iba llegando y pudo ver con inmenso alivio que la luz era de un fueguito encendido para quemar un rastrojo de maíz ¡y el inoportuno viento lo hacía aparecer y desaparecer! y llegaba el final feliz, pudo hacer su mandado, evitar una zurra, y que nosotros entendamos en esta caótica actualidad porque no era descabellado pedirle a un chico semejante cosa... como ésta, miles, la del señor del bar que fingió un llamado a la policía y los alcoholizados (y entonados) señores que peleaban salgan a las corridas sacudiéndoles cosas desopilantes, y el enamorado que le hizo un horrible escenario a su contrincante, camino a casa de la amada para que se asuste y no cruce...y así cuentos y cuentos que nos dejaban plenos y al día siguiente a contarlos a la escuela y tratar de poner el mismo clima que creaba el abuelo, desde el vamos imposible, pero tan maravilloso!!!
vaya a saber si eso contribuyó o no a mi inteligencia, lo que si estoy segura es que forma parte de mi bagaje cultural, de mi imaginación, de mis valores, de mi propio folklore y claro que los cuentos nos hacen mejores!!! hay que visitar mundos posibles, enfrentar problemas, buscar soluciones, superar dificultades, recrear escenarios, escalar, escarbar, volar, creer, especialmente creer...como la buena alimentación se quedó hecha nutriente en nuestro cuerpo esas buenas palabras, esos momentos mágicos, ese convocar el misterio y la sonrisa se nos quedan en el alma y hay que transmitirlo, guardarlo, evocarlo, desempolvarlo, abrir cada tanto el baúl de los sentimientos y sacar con el mismo embeleso de la infancia el atado de palabras, el manojo de relatos y esparcir el encanto, producir el embrujo, en los hijos en los alumnos, entre las amistades, en los momentos simples y casuales (no por eso menos especiales) porque mientras haya cuentos, historias, fábulas y parábolas, de boca en boca, de gesto en gesto, de tiempo en tiempo la humanidad estará prevenida y armada para defenderse de la ignorancia y las miserias, de la superficialidad y el vacío, del "no puedo" y el "no me importa" claro que nos hacen inteligentes y sensibles. gracias Einstein, Gracias abuelo sos un genio!!!!